Los puentes de arco resisten la compresión extremadamente bien, mientras que los puentes de suspensión proporcionan la mejor resistencia a la tracción. Dado que la compresión y la tensión son de naturaleza opuesta, no es posible garantizar que un tipo de puente sea el más fuerte contra ambos.
La resistencia de un puente solo se puede determinar por su resistencia a una combinación de fuerzas: compresión y tensión. La compresión es la fuerza que une ambos extremos de un puente, mientras que la tensión es la fuerza que los separa. Cuando la compresión supera la resistencia de un puente a su fuerza, se produce el pandeo y el puente falla. Cuando la tensión separa ambos extremos del puente, el puente se rompe a la mitad. Los puentes grandes también sufren problemas de cizallamiento y resonancia como resultado de fuertes vientos o corrientes.
Los ingenieros civiles diseñan puentes para funcionar en las condiciones específicas del entorno en el que se están construyendo. Por ejemplo, un puente colgante funciona bien cuando se lo quita por un peso pesado en cada lado, pero puede ser destruido por vientos fuertes.
El material utilizado para construir un puente es otro factor importante para determinar la resistencia de su diseño. El hormigón es un material excelente para un puente de arco, debido a su capacidad para soportar la compresión, pero es una mala elección para un puente colgante.