Un ejemplo de justicia distributiva sería un país que practica el igualitarismo y exige que todas las personas que viven en su sociedad reciban los mismos beneficios y las mismas cargas por igual. En cierto sentido Todos los países y sus gobiernos son ejemplos de justicia distributiva, ya que deben decidir quién es capaz de obtener cosas específicas y qué cantidad de esas cosas deberían recibir.
El igualitarismo es solo una forma de justicia distributiva. Otra forma es el socialismo, que es la distribución de hogares, trabajos y otros bienes o servicios basados en las capacidades de la persona y en las necesidades de la persona.
El socialismo también busca maximizar el bienestar de la sociedad y quiere satisfacer todas las necesidades básicas de la sociedad desde un punto de vista biológico. Esto difiere de la forma igualitaria de justicia distributiva, ya que cree que hay formas de justificar las diferencias en el tratamiento de las personas según sus capacidades y necesidades, mientras que el igualitarismo se centra en la distribución equitativa para todos, independientemente de su capacidad o necesidad.
Otra forma de justicia distributiva se conoce como la ética de trabajo protestante. De esta forma, la distribución se otorga a cada miembro individual de la sociedad en función de la contribución de ese individuo a la sociedad a través del trabajo.
También existe una forma libertarista de justicia distributiva que se centra en la distribución a partir del libre intercambio de las personas. Afirma que todo lo que le suceda a la sociedad es aceptable y siempre que sea un resultado directo de las elecciones de libre albedrío que los individuos hayan tomado.