De acuerdo con el libro de Dorothy Dinnerstein "La sirena y el minotauro", los híbridos humano-animal, como las sirenas, simbolizan cómo los humanos eran diferentes y similares a los animales. En arte y literatura, las sirenas han sido retratadas como seductoras mortales, fascinando a los hombres con su belleza y tentándolos a morir, simbolizando tanto el miedo a la sexualidad femenina como una lección de moralidad sobre las frutas prohibidas.
En la antigua Roma, la iglesia usaba sirenas como iconos de rameras y putas, retratando los males de la lujuria. Reaparecieron durante la Edad Medieval, con sus colas de pez evocadoras de las escamas de serpientes, creando un vínculo entre las sirenas y el pecado original. En la literatura, las historias de sirenas que se enamoran de los seres humanos y que buscan almas han sido populares durante mucho tiempo, y se han usado para expresar insatisfacción con la iglesia y criticar las deficiencias de la sociedad.
La sirena más famosa, inmortalizada en las obras de "La Sirenita" de Hans Christian Andersen, representa la unificación de estos temas en evolución. Como sirena, el personaje principal es inherentemente sin alma; su búsqueda de un alma está representada por su búsqueda de su amante humano rico. Cuando él la rechaza, la fortaleza y la fortaleza de la sirena le permiten, sin embargo, que su sufrimiento termine a medida que se eleva al martirio. En la historia, la sirena representa una pasión condenada y es una mujer fatal subvertida que muere trágicamente y bellamente.