Los abetos, como la mayoría de las coníferas, tienen raíces adventicias, cortezas gruesas y ciclos de vida rápidos para ayudarles a sobrevivir en condiciones extremas y soportar incendios forestales. Los abetos están equipados con estructuras de raíces especiales, llamadas raíces adventicias, que crecen directamente desde sus troncos para ayudarlos a mantenerse anclados en laderas de montañas escarpadas y resistir la fuerte presión de los vientos que soplan.
Los abetos también tienen una corteza gruesa que es casi dos veces más gruesa que la corteza de muchos otros árboles. Esta corteza protege a los árboles del calor extremo generado por los incendios forestales y ayuda a retener el agua en tiempos de escasez de agua. Los abetos también tienen ciclos de vida rápidos y producen plántulas a una edad temprana para ayudar a las especies a sobrevivir.