Los tomates pueden volverse blandos debido a prácticas de riego incorrectas o fluctuaciones extremas de temperatura durante la temporada de crecimiento. En otros casos, los tomates de cosecha propia pueden ser blandos debido al tipo de tomate que se cultiva, ya que algunos tomates tienen inherentemente una textura más blanda o carnosa. Los cultivadores deben seleccionar productores de final de temporada y evitar la pasta y los tomates tipo bistec para obtener la mejor y más consistente textura en los tomates de cosecha propia.
Los tomates tienen un alto contenido de agua, y tanto el riego excesivo como el insuficiente pueden crear problemas de textura con los tomates maduros. Los cultivadores deben remojar bien las plantas de tomate cada dos o tres días para evitar el estrés de las plantas con exceso de agua. Es necesario permitir que el suelo se seque bien entre riegos para terminar con tomates de textura firme.
Los tomates prosperan en condiciones cálidas y soleadas. Cuando las temperaturas descienden a menos de 50 grados Fahrenheit, los tomates tienden a ablandarse. Si se predice un golpe frío después del desarrollo de la fruta, es recomendable cubrir las plantas durante la noche para protegerlas contra daños y la inminente formación de hongos. Por la misma razón, almacenar tomates en el refrigerador también puede llevar a una textura blanda. Es mejor almacenar los tomates en el mostrador y comerlos a la altura de su madurez. Los tomates demasiado maduros también se vuelven blandos, por lo que comerlos poco después de la maduración es otra forma útil de evitar la hinchazón.