Durante el proceso de cremación, los huesos solo se queman parcialmente y no se destruyen completamente. El proceso consiste en someter los restos a llamas y calor intensos, durante los cuales se consume toda la materia orgánica.
El proceso de cremación deja atrás ciertos fragmentos de hueso. Una vez que se retiran los restos de la cámara de cremación, un imán elimina cualquier metal que se encuentre dentro del cuerpo, como implantes y accesorios dentales. Los fragmentos de hueso restantes se procesan en partículas finas y se colocan en un recipiente. El proceso de cremación generalmente toma alrededor de tres horas y conlleva un sistema de etiquetado cuidadoso para garantizar que los restos se identifiquen adecuadamente durante todo el proceso.