A lo largo del tiempo, los duendes se han representado como símbolos de buena fortuna, o al menos criaturas con el poder de hacer algún tipo de bien, pero también se los ha descrito como seres maliciosos que pueden causar daño. Debido a que los duendes no son reales, no se puede decir literalmente que tengan buena o mala suerte, pero incluso en el reino ficticio, no hay una respuesta clara sobre dónde caen en la escala del bien contra el mal.
Está claro que la creencia en los duendes se remonta al folklore irlandés, pero aparte de aparecer como pequeñas hadas masculinas, no hay mucha uniformidad en la forma en que se describen los duendes. Aparentemente, algunos agricultores creían que estas criaturas podían traerles una buena cosecha, y dejaron ofrendas alcohólicas para los pequeños. Otras representaciones de duendes los retratan como de mal humor y vengativos, con el poder de causar daño físico e incluso la muerte a los humanos que los cruzan. En algunas narrativas, los duendes se describen como zapateros mágicos, una ocupación relativamente banal que no se puede decir que sea buena o mala.