Los termómetros necesitan calibrarse diariamente, antes del primer uso, al pasar de una temperatura a otra o después de que se hayan caído los termómetros para asegurar que se registran las temperaturas correctas. Hay dos métodos para calibrar los termómetros: métodos de punto de hielo y punto de ebullición.
El método del punto de hielo se realiza sumergiendo la sonda en un vaso lleno de hielo triturado y agua. La sonda se deja durante 30 segundos sin dejar que la sonda toque el vidrio. Cuando el indicador ha dejado de moverse, se ajusta hasta que apunta a 32 grados Fahrenheit.
El método del punto de ebullición se realiza de manera similar en una olla con agua hirviendo. Después de sumergirse en el agua durante 30 segundos, el indicador se calibra girándolo para que lea 212 grados Fahrenheit.