La red Wi-Fi le brinda la libertad de agregar dispositivos móviles a su red y compartir datos o una conexión a Internet, pero también puede permitir que personas externas accedan a su red si su seguridad no es suficiente. Las conexiones inalámbricas también son más lentas que las conexiones por cable y son propensas a las interferencias de las señales de radio u otros dispositivos electrónicos. Las señales débiles de Wi-Fi conducen a una transferencia de datos lenta o conexiones caídas.
Las redes Wi-Fi también son más complicadas de configurar que las conexiones por cable. Además de la configuración de red básica, los administradores también deben considerar qué tipo de señal de Wi-Fi utiliza cada dispositivo. Los dispositivos más antiguos pueden estar limitados a estándares 802.11b y 802.11g más lentos, mientras que el hardware nuevo puede usar tecnología multibanda como 802.11ac para velocidades más rápidas. En muchos casos, los enrutadores inalámbricos se comunican con múltiples estándares de Wi-Fi, pero el hardware más antiguo en la red inalámbrica puede causar un cuello de botella para todas las conexiones de datos.
Una red inalámbrica no segura también es una baliza para los hackers. El protocolo de seguridad inalámbrico original, WEP, se puede romper en minutos, e incluso los protocolos de seguridad modernos WPA2 son vulnerables a ciertos tipos de ataques. Cualquier red inalámbrica requiere una supervisión cuidadosa para garantizar que ningún usuario no autorizado pase la seguridad y obtenga acceso.