Una buena teoría debería explicar las observaciones o los resultados de un experimento o fenómeno, siendo comprensible para un lego y al mismo tiempo ser lo suficientemente razonable para permitir pruebas adicionales. su naturaleza para que otros puedan probarlo, y también deben ser predictivos.
Deben alentar más pruebas y expansiones de la hipótesis. Buenas teorías significa que otros deberían poder probarlas y, si es posible, refutarlas. Esto no significa que las teorías deban ser desechables, sino que deben diseñarse de modo que no sean imposibles de probar ni desmentir. De esta manera, se deben crear teorías para facilitar nuevas investigaciones y perspectivas, no para desalentarlas.
Las teorías deberían poder predecir lo que sucederá a partir de un experimento dado. Esto es lo que les da una mejor reputación porque su base no se basa en especulaciones puras sino en hipótesis informadas. Las buenas teorías se centran en los efectos, no en las causas de un fenómeno. Además, nunca se consideran declaraciones de hecho, sino en lugar de probabilidad. Las teorías no son consideradas como hechos porque son revisadas y repensadas con frecuencia. Decir que una teoría es un hecho, es eliminar la noción de que alguna vez se podrían probar y reformar, una práctica muy importante y considerada por la comunidad científica.