Una regla para mezclar concreto es 1 parte de cemento y 2 partes de arena para 3 partes de agregados por volumen o aproximadamente 10 a 15 por ciento de cemento, 60 a 75 por ciento de agregados y 15 a 20 por ciento de agua por peso. El aire atrapado en muchas mezclas de concreto también puede absorber otro 5 a 8 por ciento de la mezcla.
El concreto es una mezcla de pasta y agregados, o rocas. La pasta está compuesta de cemento Portland y agua y recubre la superficie de los agregados finos y gruesos. Los ingredientes secos se mezclan y el agua se agrega lentamente hasta que el concreto es viable. A través de una reacción química llamada hidratación, la pasta se endurece y se fortalece para formar una masa similar a la roca conocida como concreto. Para fortalecer y promover la hidratación, el hormigón se empapa en agua después de la instalación.
Las propiedades físicas de la densidad y la resistencia del concreto están determinadas, en parte, por las proporciones de los tres ingredientes principales: agua, cemento y agregado. El agua es el ingrediente clave. Demasiada agua resulta en concreto débil. Muy poca agua resulta en un concreto que no es viable. El concreto de alta calidad se produce al reducir la relación agua-cemento tanto como sea posible sin sacrificar la trabajabilidad del concreto fresco, lo que permite colocarlo, consolidarlo y curarlo correctamente. La mezcla no debe ser demasiado rígida o demasiado descuidada. Una mezcla adecuadamente diseñada posee la trabajabilidad deseada para el concreto fresco y la durabilidad y resistencia requeridas para el concreto endurecido.