Mantener una humedad relativa interior de aproximadamente el 45 por ciento es el nivel ideal para los meses de verano o climas más cálidos. Los climas más fríos o los meses de invierno requieren niveles aún más bajos, aproximadamente del 30 al 40 por ciento. La calidad del aire interior es considerada como una de las principales amenazas ambientales por parte de la EPA.
La alta humedad durante el invierno provoca condensación en las ventanas y paredes exteriores, lo que conduce al crecimiento de moho y hongos. Mantener la humedad relativa en menos del 50 por ciento también inhibe las infestaciones de ácaros del polvo. Estos dos problemas pueden causar problemas de salud graves para las personas con asma y otras afecciones respiratorias. Si la humedad relativa cae demasiado baja, aumentan las posibilidades de resfriados, manos ásperas, agrietadas y nariz seca.