Los antiguos griegos creían que la diosa Hera tenía la capacidad especial de maldecir y bendecir la armonía conyugal, así como el compromiso matrimonial y la fertilidad. Era conocida como la patrona del parto, que favorecía el nacimiento exitoso; sin embargo, también puede maldecir el parto, resultando en la muerte durante el parto o en un parto prolongado.
Hera era conocida por los griegos antiguos como la diosa de los reyes y los imperios, ya que los protegía junto con las dinastías reales. Además, ella era la protectora de herederos y herencias, teniendo la capacidad de favorecer el nacimiento de un heredero varón. También era conocida como la reina del cielo, que protegía y sostenía los cielos despejados, el aire, la lluvia y las constelaciones. Ella tenía la capacidad de favorecer las brisas frescas y su maldición se sintió en forma de tormentas.