El carácter consiste en las disposiciones mentales y morales de una persona, manifestadas por su interacción con su entorno y con otras personas. El carácter es el resultado de convicciones profundamente arraigadas, muchas de las cuales se forman durante la infancia. Los factores externos, especialmente los traumas, tienen una gran influencia en el crecimiento del carácter.
El carácter se compone de una serie de conceptos interrelacionados, que incluyen la moral, los valores y los prejuicios. El carácter de una persona es una combinación de tales tendencias mentales y la forma en que las canaliza en sus interacciones diarias. Por ejemplo, los personajes "anales" son compulsivos y perfeccionistas, los personajes "pasivo-agresivos" reprimen su ira y los personajes "narcisistas" expresan un comportamiento excesivamente egocéntrico. El carácter influye en las relaciones, las opciones de carrera y los intereses.
El carácter es en gran parte un producto del entorno de la infancia y la relación con su cuidador. Las circunstancias adversas o hirientes que crecen conducen a rasgos de carácter negativos. El descuido, la condescendencia y el lenguaje rencoroso provocan una baja autoestima. Los niños llegan a creer que sus cualidades personales y su forma de ser son indeseables y dignas de reproche. Así, reprimen estos rasgos y desarrollan sentimientos de miedo, remordimiento e inseguridad. Estos sentimientos continúan hasta la edad adulta, y el individuo a menudo no es consciente de la causa de sus actitudes de autolesión.
Un carácter saludable incluye rasgos como la autodisciplina y la confianza. La imparcialidad y la honestidad también son atributos saludables, especialmente cuando se aplican con uno mismo y con los demás.