Hay tres requisitos para convertirse en un santo de la Iglesia Católica. Primero, un obispo investiga la vida del candidato para asegurarse de que ella sea digna de la santidad. Segundo, el funcionario de la iglesia recopila testimonios y documentos, analizándolos en busca de ejemplos de virtud, distinción, valentía y /o martirio que diferencien al candidato de sus compañeros. Tercero, el candidato debe haber realizado al menos un milagro. El Papa tiene la última palabra sobre si el candidato alcanza o no la santidad.
La iglesia otorga al candidato un nuevo título por cada requisito alcanzado: "Siervo de Dios" para el primero, "Venerable" para el segundo, "Bendito" para el tercero y finalmente "Santo" con la aprobación del Papa.
Técnicamente, una persona debe estar muerta durante al menos cinco años antes de ser considerada para la santidad. Sin embargo, ese no es siempre el caso. Por ejemplo, la Madre Teresa murió por menos de dos años antes de que la iglesia comenzara el proceso bajo el Papa Juan Pablo II. Además, la iglesia generalmente requiere más de un milagro, pero a menudo también renuncia a esa regla.
El funcionario de la iglesia que recopila los documentos y los testimonios se llama postulador. Él está a cargo de defender al potencial santo y coordinar todo el proceso.