Algunas cualidades de un buen comunicador incluyen dar un mensaje claro, comprender el destinatario del mensaje, mostrar empatía por el receptor y escuchar con eficacia. Los comunicadores eficaces reconocen la intersección de estas cualidades y hacen uso de todas ellos para asegurar que su comunicación sea productiva.
Los buenos comunicadores siempre se aseguran de que su mensaje sea conciso y pueda ser comprendido fácilmente. Simplifican sus pensamientos y consideran cuál es el propósito principal de su mensaje. En lugar de divagar o tratar de usar un lenguaje llamativo, comunican su mensaje en los términos más claros posibles, lo que hace menos probable un malentendido.
Los comunicadores efectivos también intentan considerar a sus destinatarios y adaptar su comunicación de manera apropiada. Entienden que los diferentes estilos de comunicación son más efectivos para ciertos contextos o situaciones. Dirigirse a un grupo es diferente a dirigirse a un individuo, por ejemplo, mientras que dirigirse a un supervisor es diferente a dirigirse a un compañero de trabajo.
Los buenos comunicadores intentan empatizar con los destinatarios de sus mensajes. Intentan comprender qué emociones o preocupaciones pueden estar en juego dentro del receptor y cómo esto podría afectar su comprensión del mensaje. Mirar la situación desde otra perspectiva ayuda a los buenos comunicadores a reconocer todos los aspectos de un problema.
Finalmente, los comunicadores efectivos también practican la escucha efectiva. Prestan mucha atención a los mensajes que reciben y están seguros de reconocer que entienden estos mensajes.