Un ejemplo de atractivo emocional es un anuncio en un celular que muestra la imagen de una abuela que espera junto a su teléfono para recibir una llamada de sus nietos. Otro ejemplo es la táctica de "pensar en los niños" donde el orador implica que tiene en mente los mejores intereses de los niños.
Los escritores, oradores, publicistas, políticos y personas de la vida cotidiana hacen llamamientos emocionales cuando intentan convencer a otros de sus posiciones o persuadirlos para que compren productos apelando a sus sentimientos. Los llamamientos emocionales se dividen en varias categorías diferentes.
Una apelación a la autoestima aprovecha el deseo innato de los demás para sentirse bien con ellos mismos. Por ejemplo, una empresa puede crear un anuncio para un limpiador anti-acné que implique que las personas con piel clara son más deseables desde el punto de vista romántico.
En una apelación a la compasión, una persona trata de hacer que otros hagan lo que él quiere, sugiriendo que no hacerlo lo lastima de alguna manera. En el llamado atractivo de la gente simple, los miembros de la audiencia están convencidos de que la persona que presenta el argumento es igual que ellos. La idea detrás de este tipo de atractivo emocional es que las personas tienen más probabilidades de confiar en alguien que perciben que tienen valores similares a los suyos.