Una sociedad homogénea es una población que comparte de manera abrumadora ciertos rasgos u opiniones. Estos puntos en común pueden incluir etnicidad, idioma, religión, prácticas culturales y cosmovisión. Lo opuesto a la sociedad homogénea, la sociedad heterogénea, describe una población con diversos rasgos y características.
Un ejemplo de una sociedad homogénea es Japón. Gran parte de la población comparte raíces comunes, identidad étnica, idioma y disposición religiosa (budismo y sintoísmo). Los japoneses también comparten una perspectiva cultural común que enfatiza la cooperación y la responsabilidad comunales en oposición al individualismo resistente valorado en muchas sociedades occidentales.
Si bien la homogeneidad puede ser una fuente de inspiración y experiencia compartida, los resultados de esta mentalidad no siempre son positivos. La igualdad asociada con una sociedad homogénea puede servir como justificación para excluir a otros grupos o para erradicarlos por completo. Los casos históricos de genocidio, particularmente con respecto a la Alemania nazi, se han basado en la idea de crear una sociedad perfectamente homogénea.
La idea de una sociedad homogénea a menudo juega un papel importante en los argumentos políticos relacionados con la inmigración. Los opositores a la inmigración argumentan que la llegada de inmigrantes nuevos y étnicamente diversos socava la cohesión de la sociedad. Alternativamente, los defensores de la inmigración abrazan la llegada de nuevos inmigrantes, particularmente en países con poblaciones envejecidas que no se reproducen lo suficientemente rápido para satisfacer las necesidades sociales y económicas.