Cuando las ondas sonoras golpean una superficie, se reflejan en esa superficie y pueden volver a la fuente del sonido como un eco. Para un oyente, esto puede ser idéntico al sonido original, Retrasado y posiblemente distorsionado por su paso por el aire. Si el eco llega lo suficientemente rápido, puede parecer que forma parte del sonido original, formando una reverberación en lugar de un eco.
Cuando algo hace un sonido en el aire, las ondas de sonido viajan en todas las direcciones desde la fuente. Estas ondas se propagan a través del aire, comprimiendo las moléculas de aire en ondas. Cada vez que estas ondas golpean una superficie, se reflejan en ella, y en un área grande y vacía, las ondas pueden rebotar, creando múltiples ecos.
En el aire a temperatura ambiente, el sonido viaja a aproximadamente 343 metros por segundo. Esto significa que si la pared más cercana está a más de 17 metros de distancia, el sonido puede tardar más de una décima de segundo en volver, y crea un eco distinto en lugar de un simple efecto de reverberación. Los ecos de las paredes a menos de 17 metros llegan antes de que el sonido se desvanezca, creando una calidad distintiva y persistente en el sonido mismo.
Los ecos son la base de los sistemas de sonar y de radar. Sonar usa pulsos de sonido para medir distancias a objetos bajo el agua, mientras que el radar usa ondas de radio para realizar una tarea similar en el aire.